La pequeña Lynn Snyder, nacida en 1949 con el paladar hendido, no podía chupar o ingerir de una botella. Cada dos horas, las enfermeras la alimentaban con guantes quirúrgicos especialmente adaptados. La madre de Lynn se hizo cargo, una vez que la familia llegó a casa, alimentando a Lynn con un chupete modificado.
Las infecciones y las cirugías marcaron los primeros años de vida de Lynn, así como el cuidado de los médicos que comenzaron el largo proceso de reparación de su paladar hendido. Cuando Lynn tenía casi 5 años, no podía escuchar debido al tejido cicatricial resultante de la cirugía para reparar su paladar. La familia fue derivada a los Hospitales Shriners para Niños — Houston, donde un médico encontró líquido en sus oídos y realizó una cirugía que le permitió volver a escuchar.
Reflexionando sobre su primer encuentro con los Hospitales Shriners, Lynn dijo enfáticamente: “Todavía estaría sorda si no fuera por Shriners”.
Atención médica de vanguardia
A lo largo de la infancia de Lynn, los Hospitales Shriners sirvieron como su salvavidas. “Eran médicos que luchaban para salvarme a mí y a otros niños”, comentó Lynn, ejecutiva de suministros de alimentos jubilada. “Shriners siempre estuvo abierto y brindando información – de ida y vuelta con mis médicos como adulta – todos sabían cómo cuidarme mejor. Pero en realidad fueron los Hospitales Shriners, a la vanguardia en paladar hendido”. Hoy, los Hospitales Shriners para Niños son líderes reconocidos en el tratamiento del labio leporino, el paladar hendido y otras anomalías craneofaciales.
Dando un paso adelante por otros niños
Cuando Lynn y su esposo, Bud, decidieron que “era hora de ponerse serios” y planificar su legado, los Hospitales Shriners para Niños encabezaron la lista. La pareja hizo una donación de toda su herencia a los Hospitales Shriners para Niños, para continuar brindando atención pediátrica especializada para mejorar la vida de los niños y sus familias. “Yo lo he vivido”, comentó Lynn. “Estos doctores, devolvieron a los niños sus vidas. Ahora lo estamos pagando con amor y profunda gratitud”. El difunto hermano de Bud, Bob, era un Shriner, lo que facilitó la decisión de la pareja.
“Esta donación”, comentó Lynn, “es en memoria de Bob y en honor a lo que los Hospitales Shriners hicieron por mi vida. ¡Es una doble victoria!” Para aquellos que esperan entre bastidores y aún no están seguros de que su donación marque una diferencia para los niños, Lynn tiene consejos: “Hay muchos niños esperándole. ¿Qué está esperando?”