Halloween es una época del año terroríficamente divertida, con disfraces, dulces y aventuras espeluznantes. Pero para algunos padres, lo más aterrador de la temporada no son los fantasmas ni los duendes, sino la angustia por encontrar un disfraz que se adapte no solo a la imaginación de sus hijos, sino también a su silla de ruedas.
Aunque a lo largo de los años se han hecho más esfuerzos por crear disfraces que se adapten a las sillas de ruedas, las opciones siguen siendo relativamente limitadas.
“Antes, Halloween me daba temor”, compartió Joanne, una de las madres.
Pero lo que le preocupaba no era solamente la falta de disfraces entre los que su hijo Cole pudiera elegir, sino cómo incluirlo en las actividades de pedir dulces.
“Íbamos puerta por puerta y las personas no salían, así que yo me acercaba a cada casa y le llevaba los dulces a Cole”, afirmó Joanne.
Después de escuchar comentarios similares de otros padres, los miembros del personal de Shriners Children’s Salt Lake City decidieron iniciar un Taller de disfraces de Halloween para crear disfraces increíbles en cuyo diseño se incorporaran perfectamente las sillas de ruedas de sus pacientes.
“Nos reunimos con los niños para hacernos una idea de cómo quieren que sea su disfraz, y luego nos encargamos de materializarlo”, afirmó la terapeuta recreativa Laura Hollingshead.
Elaboración de manualidades con creatividad y dedicación
El proceso suele incluir mucho pegamento, tubos de PVC, pintura, cartón, alguna que otra espuma para piscinas y mucha creatividad. Y, al final de la jornada, los pacientes lucen llamativos disfraces que los transforman en las estrellas de Halloween.
“Los disfraces se ven increíbles”, afirmó Jennifer, una de las madres. “En lugar de que Annika se sienta señalada en la escuela de forma negativa por ser diferente, cada octubre es la niña más genial gracias a la transformación de su silla”.
Desde la creación del taller, hace nueve años, los padres les han contado a los miembros del personal cómo los disfraces consiguen que las personas salgan de sus casas para admirar estos disfraces tan originales durante la actividad de pedir dulces, atrayendo las miradas y suscitando conversaciones.
“Gracias al taller, hemos cambiado nuestra forma de vivir Halloween; ahora es algo que esperamos con ilusión”, afirmó Joanne. “A Cole le encanta que las personas se acerquen y le digan lo increible que es su disfraz”.
Durante estos años, la silla de ruedas de Cole se ha transformado en King Kong, el Empire State Building, el Batimóvil, un camión monstruo y el trineo de Papá Noel, con Cole disfrazado del Grinch.
Cada año, el taller sigue elaborando disfraces extraordinarios. Fomenta un sentido de pertenencia y aceptación, convirtiendo lo que antes era una fuente de temor en una apreciada tradición de ingenio y creatividad.